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La Vida Consagrada vive el Jubileo de este año bajo el lema “Peregrinos de esperanza por el camino de la paz”. En todo el país se anima al compartir camino, a la fraternidad y el compromiso de todos los religiosos y consagrados, en ese contexto se realizó ayer el encuentro de los que tienen presencia pastoral en la Arquidiócesis de Corrientes.
En el convento de las hermanas Clarisas, el encuentro se inició con la celebración eucarística que presidió el Arzobispo, monseñor José Adolfo Larregain, e incluyó una celebración de cumpleaños. El espíritu de este espacio compartido es, “desde la diversidad de comunidades que están presentes en medio de nuestro pueblo, reflexionar, preguntarnos, rezar y contemplar juntos, la necesidad de esperanza y paz que tenemos en los distintos lugares donde vivimos nuestro seguimiento a Jesús”.
En esta vivencia del Jubileo se hace la invitación a toda la Vida religiosa y consagrada, a “Creer en la Esperanza, Crecer en el Amor y Caminar con la fuerza de la fe”. Durante la primera parte de las actividades, se trabajó en pequeños grupos sobre la primera parte del Subsidio elaborado por representantes de Institutos Seculares, del Orden de Vírgenes y de la Vida Religiosa para vivir este Jubileo, que propone “una mirada contemplativa sobre nuestro presente en la Argentina”.
En ese sentido, se propone la contemplación como una invitación a la esencia del amor de este estado de vida. “Una persona contemplativa es la que puede descubrir a Dios en la historia, en las personas y en las cosas. Nace además desde las entrañas de quien gusta de tratar en la intimidad con Dios comenzar a compartir su misma Pasión: que el Reino crezca”. Al observar con mirada transparente la realidad “nos podemos topar con algunos desafíos y/o problemáticas que nos confrontan también a nosotros”. Entre esos desafíos, sobresalen la violencia, la pobreza, el sin sentido y el consumismo.
Sobre esos ejes se hizo un intercambio y propuestas de acción, a las que se llegó teniendo presente la sinceridad, la necesidad de habitar el silencio (de la oración), el ejercicio constante de contemplar nuestros barrios y sostener y fomentar el diálogo.