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La Iglesia vive un año Jubilar que está iluminado con el lema: «La esperanza no defrauda» (Rom 5,5). Se trata de un tiempo en el que se experimenta que la santidad de Dios transforma. Una de las gracias que se ofrece en el tiempo jubilar, es el de las indulgencias, y en Corrientes, además de la Iglesia Catedral, se podrá obtenerlas en los cinco Santuarios diocesanos.
En la Bula de convocación para este Año Santo, el Papa Francisco deseaba que este tiempo “pueda ser para todos un momento de encuentro vivo y personal con el Señor Jesús, «puerta» de salvación (cf. Jn 10,7.9); con Él, a quien la Iglesia tiene la misión de anunciar siempre, en todas partes y a todos como «nuestra esperanza» (1 Tm 1,1).
El año pasado, monseñor Andrés Stanovnik firmó el decreto en el que se establecen las condiciones para la obtención de las indulgencias en la Arquidiócesis y los templos jubilares en los que se podrá obtener las indulgencias.
Para obtener las indulgencias (la palabra indulgencia proviene del latín indulgentia, cuyo significado es perdón, clemencia, misericordia) se establecieron los cinco santuarios de Corrientes como lugares ordinarios de acogida y espacios privilegiados de esperanza. Entonces, los templos jubilares son: Basílica de Nuestra Señora de Itatí, Santísima Cruz de los Milagros, Nuestra Señora de la Merced, San Pantaleón y San Cayetano.
En el decreto se establece además que podrán obtener la Indulgencia Plenaria, todos los fieles que: “movidos por un espíritu de caridad, verdaderamente arrepentidos, debidamente confesados, habiendo comulgado sacramentalmente, añadiendo a este momento el Sacramento de la Reconciliación y la celebración de la Santa Eucaristía, acompañando estas celebraciones con la profesión de fe y con la oración por el Santo Padre y por las intenciones que lleva en su corazón, para el bien de la Iglesia y de todo el mundo”.
Entre los aspectos a tener en cuenta para esto, se menciona en el texto de monseñor Stanovnik que “un día elegido libremente durante este tiempo –finaliza el 28 de diciembre de 2025-, realicen una breve peregrinación hacia los cinco santuarios; ya sea a modo personal o comunitario; el gran misterio de la comunión de los santos, la indulgencia jubilar se podrá ganar también para los difuntos. Rezando por ellos para que el rostro misericordioso del Padre, los libere de todo residuo de culpa y pueda abrazarlos en la bienaventuranza que no tiene fin”.
En tanto, para quienes por “motivos de enfermedad, ancianidad y soledad, estén imposibilitados de llegar a la Puerta Santa, viviendo con fe y esperanza este momento de prueba en la enfermedad y el sufrimiento, como experiencia de cercanía al Señor Jesús; quien con su pasión, muerte y resurrección ha dado sentido al dolor; los modos de obtener la indulgencia jubilar serán: recibir la comunión, participar de la Santa Misa y en la oración comunitaria, a través de los diversos medios de comunicación”.
Monseñor Stanovnik, anima a la creatividad pastoral para que cada comunidad “con sus acentos, contextos y particularidades”, para recrear esta “oportunidad pastoral y fascinante desafío para tener un “encuentro vivo y personal con el Señor Jesús” reavivando la esperanza”. Se propone de manera extraordinaria que cada comunidad parroquial (Movimiento- Pastoral- etc.) pueda establecer algún/os día/s para recibir la Gracia de la Indulgencia.
La gracia de las indulgencias
La indulgencia, permite descubrir y experimentar los atributos de Dios que no tienen límites. Ayuda a tomar conciencia de las consecuencias temporales que tiene el pecado con la pérdida de la gracia y las dificultades, condicionantes, inclinaciones que acarrea la misma (lo podemos ver más desarrollado en la Bula).
La persona conoce dichas limitaciones y le pide a Dios la gracia de poder asumirlas, sanar, perdonar y liberar: la indulgencia se busca. Es el inicio de un fascinante camino de transformación en el que se requiere la participación activa. En ese sentido es que se habla de “ganar la indulgencia”: ¿qué significa esta expresión? Algo muy simple y sencillo, poner los medios necesarios para que esa gracia y misericordia de Dios se haga posible en lo concreto de la vida personal, en ella la indulgencia se encuentra.
Para ello contamos con los medios necesarios: por un lado, la Gracia y Misericordia de Dios que se nos regala y otorga: la indulgencia es don; por otro parte, el esfuerzo de lo que implica trabajar la propia humanidad, que no es tan simple y sencilla por nuestros propios límites, dolores, heridas: es tarea. Lograr la meta de alcanzar la indulgencia es posible integrando ambas dimensiones, teniendo la confianza que solamente desde la fe se pueden recorrer determinados caminos interiores. ¡Que el Señor nos ayude a disponer el corazón para sanar y perdonar!
Desde esta certeza de fe nos animamos a celebrar los caminos jubilares. Qué providente es la Bula de convocación con ocasión del Jubileo Ordinario 2025: «La esperanza no defrauda» (Rom 5,5). Se nos invita a realizar procesos que acorten las distancias entre búsquedas de ideal y justicia, tomar conciencia del poder de la imaginación y de la fe, la importancia del amor y de la compasión, la tensión entre la realidad y lo ideal, sacar lecciones de humildad y autoconciencia. Para ello necesitamos momentos fuertes para alimentar la fe y robustecer la esperanza, «compañera insustituible que permite vislumbrar la meta: el encuentro con el Señor Jesús» [Bula 5].
NOTA: A la derecha de la página, en Archivo, la BULA DE CONVOCACIÓN DEL JUBILEO ORDINARIO DEL AÑO 2025 y el Decreto de Monseñor Stanovnik como DECRETO INDULGENCIAS - AÑO JUBILAR 2025 I y DECRETO INDULGENCIAS - AÑO JUBILAR 2025 II