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SÁBADO 6 DE MARZO

Leonardo Guedes será ordenado sacerdote en la Iglesia correntina

Es oriundo de Brasil y es el primer egresado del Seminario Misionero Arquidiocesano Internacional “Redemptoris Mater”.

 

El seis de marzo se vivirá un acontecimiento de gracia en la Arquidiócesis de Corrientes. También será un día trascendental en la vida de Leonardo Henrique Guedes. Ese día, por la oración de toda la Iglesia y la imposición de manos del Arzobispo, este joven nacido en Brasil, recibirá el ministerio presbiteral. La ceremonia se desarrollará durante la Santa Misa que presidirá, a las 10, monseñor Andrés Stanovnik.

Leonardo, se ha formado en el Seminario “Redemptoris Mater” de Brasilia, y completó su formación en el Seminario Misionero Arquidiocesano Internacional “Redemptoris Mater” de Corrientes, donde llegó hace cinco años. A modo de lema, eligió la cita bíblica de Lucas 10, 21, "Yo te alabo padre, porque ocultaste estas cosas a sabios y entendidos para revelárselas a los pequeños y humildes".

Es el primer sacerdote del país egresado del Seminario Misionero. Respetuoso, sencillo y cargado de mucha humildad, Leo, como lo llaman, se hizo querer en las comunidades en las que ha desarrollado tareas pastorales desde su llegada. Especialmente en la parroquia San José, de Saladas, donde está hace poco más de un año tras haberse ordenado diácono.

En primera persona, Leo cuenta parte de su vida, cómo está formada su familia que vive en Brasil, cómo fue su acercamiento a la Iglesia y cómo fue surgiendo su vocación y la certeza de que Dios lo llamaba a ser sacerdote. 

 

Primeros años en al fe

Su familia está compuesta por su papá Leonardo Guedes Rodrigues; su mamá Luciene Guedes de Carvalho; y sus hermanos Larissa Luciene Guedes Jardim y Leonardo Felipe Guedes. “Soy el segundo de tres hijos. Mis padres siguen casados. Fui bautizado a los 12 años de edad porque mis padres no estaban casados por Iglesia y, en aquel tiempo, la determinación era que no se bautizaran a los hijos de parejas no casadas por Iglesia”, cuenta Leo. Y explica, “obvio que la intención de la Iglesia no era negarme el bautismo sino, incentivar a que se casaran pero, en su momento mis padres no lo tomaron así y se fueron de la Iglesia”.

Años más tarde, por una dura crisis financiera, se mudaron de casa y “volvieron a frecuentar la Iglesia donde había un cura muy copado, que tenía banda de música y era muy simpático. Ahí entendieron todo, pidieron casarse y en la misma celebración en que se casaron, fuimos bautizados nosotros tres (él y sus hermanos)”, recuerda Leo.

En esa comunidad inicio él su camino en la fe. “Me hice monaguillo, me metí en grupos juveniles, fue catequista de confirmación, entre otras actividades. En una palabra: estaba siempre en la parroquia”. Y aclara, “no era un modelo de cristiano sino que lo hacía por contrato tácito con Dios: yo le servía y Él tenía la obligación de hacer que todo fuera bien en mi vida… me sentía justificado por estar en la Iglesia y me hice un gran fariseo, era indiferente a mi familia que no estaba tan metida en la Iglesia como yo”. Y destaca entonces este crecimiento en su fe, que “cuando el Camino Neocatecumenal aparece en la parroquia, de a poquito fui cambiando la mentalidad”.

 

Confirmación vocacional en el Camino Neocatecumenal

Hay que destacar, que Leonardo llegó a Corrientes como parte del Seminario Misionero Redemptoris Mater, surgido de vocaciones procedentes del Camino Neocatecumenal para la nueva Evangelización, el primero que abrió sus puertas en el país y del que surge el primer sacerdote para la Arquidiócesis. Sobre aquellos primero años en el Camino, él relata que “entré al Camino a los 19 años, justo cuando acababa de terminar un noviazgo por inquietudes vocacionales. Tenía todo lo que quería en mi vida: trabajaba y al mismo tiempo estudiaba lo que me gustaba. Era profesor particular de Física y Matemática, pero sentía que me faltaba algo. Pensaba que era la vocación, y por eso dejé la novia”.

“El Camino me hizo ver que no era eso de la vocación lo que me tenía insatisfecho, sino la mentalidad hipócrita y farisaica que tenía. Haciendo este itinerario de iniciación cristiana que es el Camino, me di cuenta que en mi vida había ofendido muchas veces a mi familia con mis actitudes y cuando tuve la ocasión, pedí perdón por ello a mis padres y mis hermanos. Entendí que era cierto lo que me enseñaban en la Iglesia de que el pecado trae la muerte y la insatisfacción”, y agrega convencido, “si entré en el seminario fue por agradecimiento a Dios por haberme regenerado”.

Sobre un momento determinante o significativo que confirmara su vocación, Leonardo asegura que “nunca tuve un click, pero sí un cierto evento. En nuestro seminario, además del estudio de la Filosofía y de la Teología, la formación incluye dos años de misión evangelizadora que la hice en el norte de Brasil, donde no hay muchos recursos. Vivía en un pueblito que no tenía profesores de Física. Una noche, después de enterarme de esto traté de conversar con Dios, diciéndole que me diera un signo de si debía seguir con eso del seminario o si por el contrario, debía casarme por allá y hacerme profesor y mejorar la vida del pueblo”. Al final, cuenta, “abrí el evangelio al azar y me salió esta palabra en la que Jesús dice: “Ay de ti Corazin, Ay de ti Betsaida, porque si en Tiro y Sidón se hubieran realizado los signos que en ti se realizaron se habrían convertido”. Fue como si Dios me estuviera diciendo: “Ya te di todos los signos. Hazte hombre y encárgate de tus decisiones. Te llamo, pero necesito hombres adultos y libres. Si te vuelves, no te voy a maldecir, pero haz tuya la misión a que te llamé”. Esto fue en el tercer año de seminario, recuerda. “Luego volví a Brasília para seguir la Teología. Hice tres años de Teología allá”.

 

Misionero en Corrientes

Sobre su venida a Argentina, cuenta Leo que “cuando monseñor Andrés Stanovnik abrió el Seminario Misionero Arquidiocesano Internacional “Redemptoris Mater” para Corrientes, me destinaron a este seminario junto con otros seminaristas. Hace ya cinco años que estoy acá, porque Dios se ha anticipado a traerme y estoy agradecido a Dios. Trato de no hacer mis proyectos, si los hubiera seguido, hoy seguiría siendo profesor de Física” y destaca, “mi familia no lo aceptó al comienzo, pero hoy se les ve contentos”. 

De sus primeros tiempos en Corrientes, Leonardo relató que “cuando llegamos, primero vivíamos en las casas de familias, de a dos seminaristas; pero teníamos nuestros encuentros en la parroquia San Roque Gonzalez, además, de las clases en el Seminario “La Encarnación”. Desde que llegué acá sigo haciendo el Camino con la tercera comunidad neocatecumenal de la parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Hoy el seminario está en el mismo terreno del santuario de la Cruz de los Milagros”.

Luego de ordenarse diácono, en febrero de 2020, su misión la lleva adelante en la parroquia San José de Saladas.

En relación a este tiempo de gracia tan lindo que vive, a poco de recibir el ministerio presbiteral, Leo asegura que “lo que siento ahora es agradecimiento a Dios por la obra que hace en mi vida. He vivido momentos verdaderamente celestes en Argentina; pude conocerme más y, como consecuencia, experimenté la misericordia de Dios. Es cierto lo que dice Jesús en el evangelio de que, el que deja campos, casas, trabajo, padre, madre, hermano, hermana por Cristo, recibe 100 veces más”.

Y para aquellos que están sintiendo en su corazón un llamado especial del Señor, leo expresa su deseo que “puedan ser generosos, pues Dios no se deja ganar en generosidad”.