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El pueblo correntino renovó su consagración a la Tiernísima Madre de Itatí

El pasado domingo, Solemnidad de la Santísima Cruz de los Milagros, el Arzobispo de Corrientes rezó una súplica y renovó la consagración del pueblo correntino a la Virgen de Itatí. Ese mismo día, realizaron similar oración los obispos de Goya y Santo Tomé.

Esta plegaria se elevó a la Virgen por “el fin de la pandemia del coronavirus y el mal del dengue; y para que Ella proteja a todos los que prestan servicios a la comunidad, sostenga la fe y la esperanza de nuestros enfermos y consuele a sus familiares”.

 

Compartimos el texto completo de la consagración rezada por monseñor Andrés Stanovnik:

Motivación a la consagración y súplica

El Pueblo de Dios, que peregrina en la Arquidiócesis de Corrientes, en comunión con las diócesis hermanas de Goya y Santo Tomé, ante la Santísima Cruz de los Milagros, origen del pueblo correntino y signo del amor inmenso que Dios tiene por nosotros, hoy renueva su consagración a la Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora de Itatí.

A Ella recurrimos confiados en este tiempo de prueba para suplicarle que nos conceda, ante todo, un gran amor a su Divino Hijo Jesús, y de él obtener la gracia del perdón de nuestros pecados y los del mundo entero. Nuestros mayores nos han enseñado que el grande, el niño, el anciano, el enfermo, el alma afligida, no ruegan en vano al pie de su altar”, por eso, confiados le presentamos a Ella las angustias que nos desvelan, los miedos que nos paralizan y las preocupaciones que nos asaltan, ante la amenaza de la pandemia del coronavirus y el mal del dengue, y lo hacemos con las mismas palabras del papa Francisco[1].

 

Oración de Súplica

«Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios».

En la dramática situación actual, llena de sufrimientos y angustias que oprimen al mundo entero, acudimos a ti, Madre de Dios y Madre nuestra, y buscamos refugio bajo tu protección.

Oh Virgen María, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos en esta pandemia de coronavirus y frente al mal del dengue, y consuela a los que se encuentran confundidos y lloran por la pérdida de sus seres queridos, a veces sepultados de un modo que hiere el alma. Sostiene a aquellos que están angustiados porque, para evitar el contagio, no pueden estar cerca de las personas enfermas. Infunde confianza a quienes viven en el temor de un futuro incierto y de las consecuencias en la economía y en el trabajo.

Madre de Dios y Madre nuestra, implora al Padre de misericordia para que esta dura prueba termine y volvamos a encontrar un horizonte de esperanza y de paz. Como en Caná, intercede ante tu Divino Hijo, pidiéndole que consuele a las familias de los enfermos y de las víctimas, y que abra sus corazones a la esperanza.

Protege a los médicos, a los enfermeros, al personal sanitario, a los voluntarios que en este periodo de emergencia combaten en primera línea y arriesgan sus vidas para salvar otras vidas. Acompaña su heroico esfuerzo y concédeles fuerza, bondad y salud.

Permanece junto a quienes asisten, noche y día, a los enfermos, y a los sacerdotes que, con solicitud pastoral y compromiso evangélico, tratan de ayudar y sostener a todos.

Virgen Santa, ilumina las mentes de los hombres y mujeres de ciencia, para que encuentren las soluciones adecuadas y se venza este virus.

Asiste a los líderes de las naciones, para que actúen con sabiduría, diligencia y generosidad, socorriendo a los que carecen de lo necesario para vivir, planificando soluciones sociales y económicas de largo alcance y con un espíritu de solidaridad.

Santa María, toca las conciencias para que las grandes sumas de dinero utilizadas en la incrementación y en el perfeccionamiento de armamentos sean destinadas a promover estudios adecuados para la prevención de futuras catástrofes similares.

Madre amantísima, acrecienta en el mundo el sentido de pertenencia a una única y gran familia, tomando conciencia del vínculo que nos une a todos, para que, con un espíritu fraterno y solidario, salgamos en ayuda de las numerosas formas de pobreza y situaciones de miseria. Anima la firmeza en la fe, la perseverancia en el servicio y la constancia en la oración.

Oh María, Consuelo de los afligidos, abraza a todos tus hijos atribulados, haz que Dios nos libere con su mano poderosa de estos terribles males y que la vida pueda reanudar su curso normal con serenidad.

Nos encomendamos a Ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Amén.

 

Y ahora, desde nuestros hogares y residencias, nos disponemos a renovar la consagración a Nuestra Tierna Madre de Itatí, sabiendo que Ella jamás desoye a los que se confían a su protección.

 

Oración de Consagración

Tiernísima Madre de Itatí, hoy desde el Santuario de la Santísima Cruz de los Milagros, donde “tu frente ceñimos corona de Reina y Patrona con grato fervor”, como cantamos en ese tan bello y dulce himno en tu honor, y como pueblo correntino ante tu imagen bendita, nos consagrarnos a ti y te pedimos que continúes mirándonos con ojos de misericordia y nos libres de los males presentes y futuros a nosotros, a nuestro pueblo argentino y a todo el mundo. Por eso te decimos:

Tiernísima Madre de Dios y de los hombres que, bajo la advocación de la Pura y Limpia Concepción de nuestra Señora de Itatí, miraste con ojos de misericordia por más de cuatro siglos a todos los que te han implorado, no deseches ahora las súplicas de este tu hijo, que humildemente recurre a ti. Atiende mis necesidades, que tú mejor que yo, las conoces. Y sobre todo Madre mía, concédeme un gran amor a tu divino Hijo Jesús, un corazón puro, humilde y prudente, paciencia en la vida, fortaleza en las tentaciones y consuelo en la muerte.

Tierna Madre de Itatí. Ruega por nosotros

Oremos. Dios misericordioso, que para honrar la pura y limpia Concepción de la Virgen María y como defensa y custodia de tu pueblo suscitaste la advocación de Itatí, concédenos que, bajo su protección, nos veamos libres de la pandemia del COVID-19, del dengue, y de todo peligro.   Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amen.

 


[1] Cf. Francisco, Carta a todos los fieles para el mes de mayo 2020, San Juan de Letrán, 25 de abril 2020, Roma.