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Carta a los Hebreos 13, 3
La pandemia del Covid-19 en toda sociedad golpea a todos por igual, sin distinción. Y al mismo tiempo pone en evidencia las deficiencias y precariedades ya existentes en una comunidad concreta.
Nuestro país en distintos órdenes y estamentos refleja grandes contradicciones y carencias que si bien no son nuevas, a medida que no se asumen y enfrentan, agudizan y deterioran notablemente el tejido social.
Las situaciones de violencia, abandono, indiferencia, egoísmo, olvido y división provocan lesiones casi mortales en una sociedad como la nuestra que ya no soporta más atropellos a los derechos humanos.
Con dolor, gran preocupación y apoyados en la oración como pastores del Pueblo de Dios volvemos a ofrecernos, como en tantas mesas de diálogo, para buscar juntos caminos posibles ante esta emergencia sanitaria; sobre todo para con los más desprotegidos y vulnerables.
Las cárceles y complejos penitenciarios son uno de los ámbitos que en esta situación merecen mayor cuidado y atención, no sólo por ser espacios de encierro sino, y sobre todo, por el hacinamiento en que se vive hace años.
Con profundidad y coraje apostólico nuestro Santo Padre, Papa Francisco, incluyó en el rezo del Vía Crucis histórico de este Viernes Santo las meditaciones y oraciones que fueron realizadas desde el Centro Penitenciario “Due Palazzi” de Padua. Todos escuchamos también la incontrastable afirmación: “Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos…” [1]
Movidos con la misma actitud pastoral y acompañando a nuestros hermanos encarcelados, sus familias, los agentes penitenciarios y todos los demás actores del mundo de la carcelación, queremos expresar:
Volvemos a comprometernos junto a nuestros agentes pastorales: sacerdotes, diáconos, religiosas y religiosos, laicos y las comunidades de nuestras diócesis para brindar dentro de nuestras posibilidades el cobijo para que todos podamos “remar juntos” ante la tempestad de esta pandemia.
Con la mirada puesta en la Virgen Maria, Nuestra Señora de Lujan, le pedimos todas las gracias necesarias, que interceda ante su Hijo Jesús, para hacer nuestras las palabras del autor sagrado: “acuérdense de los que están presos, como si ustedes lo estuvieran con ellos, y de los que son maltratados, como si ustedes estuvieran en su mismo cuerpo.” Hebreos 13,3.
Comisión Episcopal de Pastoral Carcelaria
Conferencia Episcopal Argentina
24 de abril de 2020
[1] Meditación del Papa Francisco. Bendición Urbi et Orbi . 27 de Marzo de 2020
[2] Estuve preso y me viniste a ver N° 5 – CEA nov. 2015
[3] Ídem N° 9
[4] Ídem N° 8
[5] Ídem N° 1