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MONS. STANOVNIK

Palabras de saludo al “Foro de candidatos a Intendente de la Ciudad Capital”

Corrientes, Iglesia Jesús Nazareno, 15 de agosto de 2009
Ante todo quisiera agradecer a los responsables de la “Escuela de Ciudadanía” por la iniciativa de convocar este “Foro de candidatos a Intendente de la Ciudad Capital”, en particular a los Padres Jesuitas, animadores de esta Escuela. A los candidatos, a quienes la Iglesia no llama a ningún examen –como leemos en los títulos de impacto en algunos medios–, gracias por la buena disposición que manifiestan con su presencia en este foro.
Realizamos esta actividad cívica en un espacio que conocemos como “Escuela de ciudadanía Corrientes 2009”. Esto nos da pie para ubicarnos, ante todo, como alumnos. Alumno es el que escucha y aprende. El concepto viene de “alere”, que significa alimentar, nutrir. La partícula “al” indica crecimiento, de allí viene la palabra alto. El alumno quiere trascender su “tamaño”, se esfuerza por crecer. Como todavía nadie tocó techo en su crecimiento, todos somos discípulos, todos somos alumnos, todos aprendemos, inclusive los que fueron constituidos maestros. Sobre todo ellos deberían ser los primeros en dar ejemplo de escuchar y aprender. El verdadero maestro se distingue porque nunca deja de escuchar y aprender. El dirigente político es un maestro ordinario de ciudadanía en el ejercicio de su función pública. Sus dos cualidades esenciales, no únicas, deberían ser la capacidad de escuchar y aprender.
La virtud humana de escuchar y aprender es esencial para el crecimiento material y espiritual de las personas y de la comunidad. Estas cosas las aprendemos en la escuela de Jesús: “Si yo que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes” (Jn 13,14).
Este encuentro con los candidatos a ocupar la Intendencia de nuestra Ciudad, a pocas semanas de las elecciones, tiene algo de competencia. Una competencia de esta naturaleza es saludable cuando el centro de las personas, que participan en ella, está sano. El símbolo de ese centro es el corazón, que representa el lugar donde residen las motivaciones, las intenciones e incluso los pensamientos. Cuando este centro está sano, es posible esperar también una conducta y acciones que promuevan el bien de los otros.
En el documento Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad, se afirma que es fundamental generar y alentar un estilo de liderazgo centrado en el servicio al prójimo y al bien común. E inmediatamente retoma el fundamento sobre el cual, el verdadero dirigente, deberá construir su liderazgo: el testimonio personal. ¿Qué significa construir el liderazgo sobre la calidad de testigo que debe distinguir al dirigente? La respuesta es: coherencia y ejemplaridad. La coherencia de vida tiene, para nuestra realidad política, entre otros desafíos, el de no mentir; es decir, ser fiel a la palabra dada. San Agustín hizo la siguiente constatación: “He encontrado muchos que querían engañar, pero ninguno que quisiera dejarse engañar”.
Si no hay coherencia, tampoco podrá haber ejemplaridad. La ausencia de estos elementos en el dirigente influye negativamente en el crecimiento de la comunidad. Es decir, una comunidad no puede desarrollarse si sus dirigentes no son coherentes y ejemplares, tanto en su vida privada como en la función pública. Por eso, en este punto, el documento señala cuáles son los valores propios de los auténticos líderes: “la integridad moral, la amplitud de miras, el compromiso concreto por el bien de todos, la capacidad de escucha, el interés por proyectar más allá de lo inmediato, el respeto de la ley, el discernimiento atento de los nuevos signos de los tiempos y, sobre todo, la coherencia de vida” (n. 20).
Para finalizar, en el documento mencionado se constata que “muchos signos nos hacen pensar que está por nacer un país nuevo, aunque todavía no acaba de tomar forma”. Dios quiera que mediante la coherencia y ejemplaridad de nuestros dirigentes y junto con el compromiso responsable de los ciudadanos, empecemos a darle forma a la nación que profundamente anhelamos todos.
Ante la Santísima Cruz de los Milagros y por intercesión de nuestra Madre de Itatí, el Señor bendiga este Foro, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Mons. Andrés Stanovnik
Arzobispo de Corrientes

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