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MONS. ANDRES STANOVNIK

Festividad de la Sagrada Familia de Jesús, María y José

Corrientes, 30 de diciembre de 2022

La Sagrada Familia de Jesús, María y José nos pone delante de una obra, cuya iniciativa pertenece a Dios, iniciativa misteriosa porque es de Él. Y, a la vez, delante de una obra profundamente humana, porque sus protagonistas son seres humanos, sencillos y corrientes como todo el mundo. Ni María, ni José, se hubiesen imaginado que la vida los llevaría a una situación tan hundida en el misterio y, al mismo tiempo a una realidad tan sencilla y tierna, y también tan llena de preocupaciones. Pero el secreto que ellos nos descubren, es que ambos fueron sorteando el curso de los acontecimientos convencidos de que Dios tenía en sus manos el timón de sus vidas. Por eso, María meditaba esas cosas en su corazón y José estaba siempre dispuesto a hacer lo que el Ángel le indicaba en sueños. Los dos sabían que tenían una misión y a ella entregaron sus vidas.  

Familia es misión. Ella no se construye a sí misma ni para sí misma, sino que, en su misma esencia, la familia es apertura al otro para que juntos se abran a la vida. La familia no la inventamos los hombres, sino que nos fue dada en la creación. Nadie se hizo a sí mismo de la nada, sino que fuimos engendrados, la vida nos fue dada y al recibirla así, donada, no es para apropiarse de la misma, sino para vivirla en la dinámica propia de la donación. Cuando el dinamismo de la donación-misión se pervierte, la vida humana se torna inhumana, oscura y caótica.  

El olvido de Dios Creador deja al hombre huérfano de su referencia fundamental. Despojado o desnudo, como lo describe el autor bíblico en el Génesis, el ser humano se desespera en identificar a los culpables de su inseguridad. Él es para sí mismo la única referencia. Perdido en sí mismo e incapacitado para construir vínculos de pareja, se declara dueño absoluto de sí mismo. La muerte del amor da lugar al culto del yo y de la complicidad. No hay misión a la que sentirse llamado, sino estrategias para conservar la autoconstrucción del poder. Es la antigua y siempre renovada tentación que se relata en las primeras páginas del libro de la Biblia, donde el tentador invita engañosamente a la primera pareja humana a la transgresión con la promesa de que “serán como Dios”.

El Evangelio de hoy revela ese engaño en la conducta de Herodes. Él, al sentir amenazado su poder, se desespera y no duda en matar. Esa conducta se replica y multiplica en diversas e innumerables circunstancias en la vida familiar y social. Cuando una persona, o un grupo humano, se erige en dueño de toda la verdad, inevitablemente se enfrentará contra todo aquel que entiende las cosas de manera diferente. La tentación de creer que soy el dueño de la verdad, sucede tanto en la pareja humana, en la familia, en la comunidad cristiana y en la convivencia social y política. Es admirable la sabiduría de José, esposo de María, haciéndose cargo de su mujer embarazada, abierto a la palabra del Ángel del Señor, que le indicó el camino para salvar a su familia. Para san José era imprescindible la referencia constante a aquello que Dios quería para su mujer y para su hijo, y, en consecuencia, también para Él.

A fines del pasado mes de octubre, el papa Francisco alertó contra las ideologías que destruyen la familia, pretendiendo explicarla a partir de determinadas ideas que no parten de la realidad. Eso es ideología, y la ideología es un juego de ideas que desconocen lo que se puede ver, oír y tocar, es decir la realidad como es, simple y llana. Y más adelante advierte que “las turbulencias sin precedentes, que en estos tiempos ponen a prueba todos los vínculos familiares, exigen un cuidadoso discernimiento para captar los signos de la sabiduría y la misericordia de Dios”.

No hay que perder de vista -señala el Papa- "los signos consoladores, a veces conmovedores, de las capacidades que siguen mostrando los vínculos familiares: a favor de la comunidad de fe, de la sociedad civil, de la convivencia humana", sobre todo "en los momentos de vulnerabilidad y de coacción". Finalmente, con una hermosa expresión, afirma que la familia sigue siendo una "gramática antropológica" insustituible de los afectos humanos fundamentales. La fuerza de todos los lazos de solidaridad y amor aprende sus secretos allí, en la familia. Cuando esta gramática se descuida o se interrumpe, todo el orden de las relaciones humanas y sociales sufre daños muy graves.

La referencia a Dios en la familia es fundamental para su estabilidad y continuidad. Mientras peregrinamos en este mundo, también la familia es una realidad con imperfecciones. Por eso, el progresivo arraigo en el amor de Dios ayuda resolver las dificultades, a veces graves, que se suscitan en el vínculo de la pareja y en la familia. La oración es un remedio eficaz, aun en medio de los conflictos que todavía no logran resolverse. Rezar juntos les recuerdan que no son dueños de sí mismos, sino que juntos están sostenidos por las manos amorosas de Dios. Esta es la mejor herencia que un matrimonio puede dejar a sus hijos, equipándolos con los mejores recursos para hacer frente a las adversidades de la vida.

Como bautizados estamos llamados a profundizar nuestra amistad con Jesús, a vivir como discípulos en comunión con Él. Al mismo tiempo, esa unión con Dios jamás se cierra sobre sí misma, sino que se abre a la misión. Así como la familia es misión, la comunidad cristiana es misión. El matrimonio es una vocación para la misión. Y el que se integra a la comunidad, está llamado a ser misionero de la experiencia de comunión que experimenta en la vida comunitaria.

Hoy, como lo hacemos todos los años, al final de nuestra celebración, haremos el envío de los grupos misioneros, a quienes, junto con las familias, encomendamos a las tiernas manos de Nuestra Madre de Itatí; y lo hacemos aquí, ante la Cruz de los Milagros, en la que está Jesucristo, vida y esperanza nuestra, para que nos recuerde siempre que el amor todo lo puede, que compartir con los más pobres nos hace misioneros de su misericordia y nos muestra el camino que nos lleva al cielo. Amén.

†Andrés Stanovnik OFMCap

Arzobispo de Corrientes

 

NOTA: A la derecha de la página, en Archivos, el texto como 22-12-30 Homilía en la festividad de la Sagrada Familia de Jesús, María y José, en formato de Word.


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