PRENSA > HOMILÍAS

MONS. JOSÉ ADOLFO LARREGAIN

Homilía Misa despedida de las reliquias de Carlo Acutis

29 de julio de 2022, Iglesia Catedral

Hoy nos reunimos para dar gracias al Señor, por el don de la vida y de los santos. Estamos junto a las reliquias de un joven, cuya vida fue muy corta -15 años-, intensa y llevada de la mano de Jesús hasta su último momento.

Si nos remitimos a la definición de reliquia encontramos que está relacionado con algo que contiene o se le otorga un alto valor que puede ser religioso, familiar, social otorgándole importante significado sentimental y espiritual. Puede hacer referencia a personas, lugares, cosas, a algo que pasó de generación en generación, a objetos muy antiguos, algo precioso, caro a los sentimientos. No necesariamente está vinculado a un valor económico. Lo que contiene la reliquia recibe el nombre de relicario.

Podemos traducir el término latino “relinquo” por quedar y el participio “relictum-relicta” como lo que queda, lo restante, lo residuo. Reliquia (“relicta”) no es simplemente lo que queda, sino lo que la persona deja de sí mismo, lo que nos deja. Este significado nos sugiere lo que relinquere significa, lo que nos transmite, lo que deja por herencia.

Las reliquias de un santo son las que fueron sus cosas, las cosas que usó. También se entiende como “reliquias” la casa donde vivió, el suelo que pisó, el paisaje que lo rodeó. Todas estas cosas que fueron de un santo y de los lugares donde vivió, son sus reliquias, porque son prolongaciones de su cuerpo.

La gran reliquia por excelencia de un santo es su cuerpo. A través de ellas nos acercamos al cuerpo del santo y así a su persona. Se dan algunas distinciones en cuanto a la clasificación de las mismas: de primer grado, el cuerpo, partes o vestigios, huesos, cenizas; de segundo grado: las cosas con las que tuvo contacto físico en vida el santo (rosario, Biblia, vestimentas, objetos de trabajo, etc.); de tercer grado: lo que ha tocado una reliquia de primer grado: mantel, poncho, cubre féretro, vestimenta, etc. Las reliquias nos acercan al santo nos pegan a su cuerpo y así a él. Cada reliquia es un fragmento, pero un fragmento que nos acerca al todo, al todo del cuerpo y en definitiva al todo del Santo que es en definitiva su vida misma.

Propiamente hablando, toda reliquia es algo corpóreo, material. La referencia a herencia tiene un significado más amplio y profundo. La principal herencia que recibimos de un santo es una herencia de contenido espiritual, un cierto mensaje, es decir un sentido de la realidad. El valor de las reliquias está en considerarlas inseparables de esa herencia espiritual que nos deja el santo. Es lo que le da valor a aquello corpóreo, material.

Toda reliquia alude y hace referencia al santo y concretamente al sentido con el que el santo interpretó y vivió su existencia identificada con el seguimiento de Cristo. Toda reliquia tiene valor en relación con el contenido espiritual, pero no es simplemente algo espiritual. No toda herencia es reliquia, la reliquia es propiamente hablando algo material, la herencia de algo material, es algo corpóreo, que nos dejó de su cuerpo o de sus cosas que le perteneció.

Es sabia, humana y divinamente sabia la Iglesia, al fomentar el culto de las reliquias de los santos. Parece algo tan antiguo y sin embargo es tan actual. Por ese motivo es que nos acercamos a ella para recibir la bondad, favor, beneficio sin ningún mérito de nuestra parte, vamos a tomar gracia. Vamos haciendo un itinerario: caminamos, nos acercamos, miramos, tocamos.  Es un modo profundamente humano, mediante los sentidos –especialmente la vista y el tacto- de acercarnos a la vida del santo y por lo tanto al misterio del “cuerpo de Cristo” que formamos todos. Es muy profundo y bonito contemplar lo que se despierta y moviliza en las personas los profundos y densos instantes que condensan lo que se trae en el corazón.

En el uso religioso de las reliquias, se destacan al menos dos sentidos: la vista y el tacto. En la primera es primordial la mirada de fe, el ver, se puede dar a cierta distancia sin la necesidad del tocar, no sólo es ver, hay que mirar, contemplar. (Muy importante especialmente en estos tiempos de pandemia donde el distanciamiento es para tener en cuenta). El tocar involucra una cierta inmediatez, precisamente un con-tacto. Algunas reliquias no son solo para ver sino también para tocar, para acercarnos. El santo es imagen y reliquia, como imagen uno lo mira, como reliquia uno lo toca y de esa manera buscamos acercarnos a él con todos nuestros sentidos.

Las reliquias del santo son recordatorios, son in memoriam, son una memoria objetivada que nos permite recordarlos –pasar por el corazón-. Son profecía, al darles culto, al honrar su cuerpo y sus cosas profesamos nuestra fe en la resurrección y en la Vida Eterna. Al dar culto al cuerpo de los santos y a sus cosas materiales, recordamos la muerte de ellos y que por haber muerto con Cristo, con Cristo retornaran gloriosos el día de su Gloria anunciando con su vida la muerte del Señor hasta que vuelva el día de su retorno glorioso.

Ante las reliquias de Carlos –cariñosamente me atrevo a decirle Carlitos- damos gracias a Dios por su niñera, que le transmitió el valor de la fe. También podemos aprender nosotros y hacer lo mismo. Gracias por tu vida de amor, servicio y solidaridad. Nos diste ejemplo compartiendo con una persona sin techo tus ahorros para comprarle un saco de dormir, compartías de tu comida privándote vos mismo. Tu insistencia y perseverancia hizo que tu familia vaya acercándose cada día más a Dios.

Las lecturas bíblicas que hemos proclamado las viviste: amaste a Dios y a los demás, fuiste original, no una fotocopia. Tu vida nos enseña que no se necesita hacer tan grandes cosas sino hacer de lo ordinario algo extraordinario estando al alcance de todos.

 

Mons. José Adolfo Larregain

Obispo Auxiliar de Corrientes

 

NOTA: a la derecha de la página, en Archivos, el texto como Homilía Misa despedida de las Reliquias de Carlo Acutis, en formato de Word.


ARCHIVOS - Archivo 1