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MONSEÑOR STANOVNIK

Homilía en celebración del 90º Aniversario de la ACA en Corrientes

Iglesia Catedral, 4 de abril de 2022

Hoy estamos aquí para celebrar el nonagésimo aniversario de la creación de la Acción Católica en Corrientes. Esto sucedió un 4 de abril del año 1932. Esta mirada retrospectiva nos llena el corazón de gratitud a Dios, en primer lugar, luego a la Iglesia y, finalmente, a las personas que en aquel tiempo fueron dóciles al Espíritu Santo, quien les inspiraba la creación de esta gran obra apostólica. 

En aquellos años, los tiempos no eran ni mejores ni peores que los nuestros hoy. Sin embargo, entonces hubo hombres y mujeres que respondieron a los que Dios quería para su Iglesia y para el mundo. Recordemos algunos nombres que se destacaron por su generosidad y perseverancia a partir de aquella primera reunión de la ACA en nuestra sede arzobispal. Allí estuvieron entre otros: Mons. Niella, primer Obispo de Corrientes; Mons. Tibiletti, primer Obispo Auxiliar; el padre Antonio Caggiano, al que reconocen como el padre y maestro de la ACA; el Ing. Miguel Berón de Astrada, luego nombrado primer presidente diocesano; Guillermo Encinas, Antonio P. Ballerini, Vicente Fidel López, José Pérez López, Vicente Iturriaga, Señora María Estela Secré de Lubary y Señorita Justa Días de Vivar. A ellos le siguieron luego innumerables hombres y mujeres, niños, adolescentes y jóvenes, durante todos aquellos años hasta el día de hoy.

Los que acumulan más años, seguramente verán ante sus ojos el desfile de tantos rostros que hoy ya no están y que nos esperan a que también nosotros lleguemos a la meta donde el saludo tradicional de la ACA, Alabado se Jesucristo, se realiza en toda su plenitud. A todos ellos los recordamos en esta Eucaristía y le decimos un gracias desde lo más profundo de nuestro corazón, porque si no fuera por la constancia y el amor que ellos entregaron a la Iglesia en la ACA, hoy nosotros no estaríamos aquí. 

De todos ellos podemos decir que fueron testigos de una Iglesia sinodal, porque “caminaron juntos” y, porque lograron hacerlo muy bien, y así abrieron caminos para otros. Ellos fueron luz para que muchos encontraran el camino del encuentro con Jesús y se insertaran en la Iglesia como peregrinos, que desean responder al espíritu de comunión, participación y misión. Ellos, como hoy nosotros, han escuchado la Palabra de Dios que hemos proclamado en el Evangelio de San Juan (cf. Jn 8,12-20), donde Jesús mismo asegura diciendo: «Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la Vida».

Jesús es la luz del mundo. Él nos muestra cómo caminar juntos, más aún, Él mismo es el Camino para evitar caer en las tinieblas del pecado, como lo acabamos de escuchar de Él mismo: «El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la Vida». La vida se torna tenebrosa cuando dejamos de caminar juntos; es así como empieza el conflicto que luego se va complicando y llega a situaciones absurdas como la agresión, el maltrato y, en escalas mayores, la guerra con sus crueles consecuencias.

Solo la adhesión a la persona de Jesús da pleno sentido e iluminación a la vida, por eso los creyentes estamos invitados a aceptar a Jesús como el amigo que hace posible nuestra peregrinación diaria. Comparto con ustedes unas hermosas frases del papa Francisco en la carta programática de su pontificado, Evangelii gaudium, donde dice que “unidos a Jesús, buscamos lo que Él busca, amamos lo que Él ama. En definitiva, lo que buscamos es la gloria del Padre, vivimos y actuamos «para alabanza de la gloria de su gracia» (Ef 1,6) (…) Si somos misioneros, es ante todo porque Jesús nos ha dicho: «La gloria de mi Padre consiste en que deis fruto abundante» (Jn 15,8). Más allá de que nos convenga o no, nos interese o no, nos sirva o no, más allá de los límites pequeños de nuestros deseos, nuestra comprensión y nuestras motivaciones, evangelizamos para la mayor gloria del Padre que nos ama” (267).

Los aniversarios nos brindan la oportunidad de recordar quiénes somos y qué tenemos que hacer. Nos renuevan en nuestra identidad y misión. Por eso, recordemos, aunque sea muy sucintamente que la Acción Católica es una institución laical que colabora inmediatamente con los sacerdotes y el obispo, para la realización del fin de la Iglesia, que hoy podríamos resumir diciendo así: la Iglesia existe para evangelizar, es decir, para anunciar al mundo que Jesucristo murió y resucitó, que él constituye nuestra esperanza y que por él podemos caminar juntos todos, sin dejar afuera a nadie, atentos a los más vulnerables y a los alejados, con palabras y sobre todo con gestos de cercanía y testimonio, para que la sociedad, en sus distintos ambientes, se impregne del espíritu cristiano.

Encomendemos a María, Madre de la Iglesia, el camino de la Acción Católica en nuestra arquidiócesis, agradecidos por tanta riqueza que nos han dejado muchos hermanos y hermanas que, a lo largo de estas nueve décadas, integraron sus filas, entre los que se cuentan muchas vocaciones sacerdotales, a la vida consagrada, y tantas familias de profundo espíritu cristiano. ¡Alabado sea Jesucristo!

†Andrés Stanovnik OFMCap

Arzobispo de Corrientes

 

 

NOTA: A la derecha de la página, en Archivos, el texto como 22-04-04 Homilía 90 años ACA, en formato de Word.

 


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