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FESTIVAL DE LA FE DEL PEREGRINO
Saludo a la Virgen de Itatí
Itatí, 15 de julio de 2013
¡Qué hermoso es encontrarnos esta noche reunidos junto a nuestra Madre del Cielo! ¡Qué feliz se debe sentir también ella al ver a todos sus hijos unidos por los mismos sentimientos de fraternidad y de gozo! Digamos todos juntos: “Creo, Señor, pero aumenta mi fe”.
¡Es tan claro que ella es la ‘Puerta de la fe’! Puerta que se abre esta noche para nosotros y nos deja ver ya aquí en la tierra algo de esa espléndida belleza que hay en Cielo. Ella nos abre esa puerta para mostrarnos a su Hijo Jesús y para renovar en nosotros el entusiasmo de creer en Él y de seguir sus pasos. Como lo hizo Ella, que se entregó toda a colaborar con la obra de Dios. No le importaron las incomprensiones cuando quedó embarazada, ni lo comentarios irónicos de sus amigas cuando a su Hijo lo trataron de loco, ni se desmayó cuando se lo pusieron destrozado y muerto en sus brazos. Cuando todo parecía que se derrumbaba definitivamente, Ella permaneció fiel a Dios y le creyó hasta sus últimas consecuencias. Digamos también nosotros: “Creo, Señor, pero aumenta mi fe”.
“¡Feliz de ti, por haber creído!”, exclamó Isabel cuando se encontró con María, su prima. Unos días antes, el Ángel, al visitarla, la saludó diciéndole: “¡Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo!” Qué se iba a imaginar ella lo que vendría después. Sin embargo, puso el pie en la huella de Dios y la siguió hasta el final. De la mano de José, el varón bueno y justo, entendieron que hacer la voluntad de Dios Padre era peregrinar al templo, tanto como servir con humildad a los otros; que la alegría del Cielo que le trajo el Ángel aumentaba si se comprometían en las cosas de la tierra, pero sin desviar la vista del Cielo, la meta final hacia donde peregrinaban. Exclamemos también nosotros: “¡Feliz de ti, por haber creído!”
¡Felices nosotros por la dicha inmensa de poder creer! ¡Qué visión maravillosa nos da la fe sobre la vida, las personas que nos rodean, sobre el matrimonio, la familia, los amigos, el trabajo! ¡Qué enorme es el consuelo que recibimos de la fe, cuando sabemos ofrecer a Dios el sufrimiento, la enfermedad y los achaques de la vida! ¡Qué fuerza nos da la fe cuando dejamos que actúe en nosotros el Amor de Dios y no devolvemos mal por mal! ¡Cuánta gracia se derrama en el corazón de ese hombre o de esa mujer que perdona de corazón las ofensas! Digamos todos juntos: “Creo, Señor, pero aumenta mi fe”.
Tierna Madre de Itatí, ‘puerta del cielo’ siempre abierta, quédate con nosotros y enséñanos el camino de la confianza y del diálogo sincero, sin excluir a nadie. Supliquemos diciendo todos juntos: “¡Madre, ayuda nuestra fe! Enséñanos a mirar con los ojos de Jesús, para vernos y tratarnos como hermanos; sobre todo a los más pobres y necesitados; Y que la luz de la fe crezca continuamente en nosotros, hasta que llegue el día sin ocaso, que es el mismo Cristo, tu Hijo, nuestro Señor”. Amén.
Mons. Andrés Stanovnik OFMCap.
Arzobispo de Corrientes
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