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MONS. STANOVNIK EN LA CELEBRACIÓN DE LA PASIÓN

Por la cruz de Jesús se nos abren de par en par las puertas de la esperanza en la vida digna y plena que él nos trae

Se realizó en la Iglesia Catedral "Nuestra Señora del Rosario" la celebración de la Pasión del Señor, presidida por el Arzobispo de Corrientes, monseñor Andrés Stanovnik. Luego se realizó una Procesión alrededor de la Plaza Cabral con el Cristo Yacente yla Virgen Dolorosa. 

1. Nuestra atención se centra hoy en Jesús muerto en la cruz. Conmovidos ante el gran misterio de la muerte de Dios, recordamos el Credo en la parte que decimos: “Padeció bajo el poder de Poncio Pilato; fue crucificado, muerto y sepultado”. Es un hecho histórico innegable que Jesús fue crucificado, muerto y sepultado. Esto sucedió bajo el poder de Poncio Pilato. Jesús, el Hijo de Dios, sufrió y murió por mí, para que yo, unido a su pasión, pueda vivir en su amor y su bondad. Pero sucede que la inteligencia humana se resiste a pensar que la salvación del hombre pueda estar en una cruz y en un crucificado. Sin embargo, en ese acontecimiento es donde más resplandece la admirable providencia de Dios, como dice san Pablo: “En efecto, ya que el mundo, con su sabiduría, no reconoció a Dios en las obras que manifiestan su sabiduría, Dios quiso salvar a los que creen por la locura de la predicación” (1Cor 1, 21). Y esa predicación consiste en anunciar a Cristo crucificado, locura para unos y escándalo para otros (cf. 1Cor 1, 23). Pero, para los que creen es fuerza y sabiduría de Dios, porque la locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fortaleza de los hombres, concluye la reflexión del Apóstol (cf. 1Cor 1, 24-25). Su adhesión al misterio de la cruz de Jesús fue tan grande que no quería saber nada fuera de Jesucristo, y Jesucristo crucificado (cf. 1Cor 2, 2).

2. Venerar la pasión del Señor es contemplar con los ojos del corazón a Jesús crucificado y reconocer la propia carne en la carne de Jesús, nos enseña san León Magno. El verdadero discípulo ve algo propio en aquel que yació exánime en el sepulcro. Pero también se llena de esperanza cuando contempla a aquel que resucitó y subió a la derecha del Padre. Por eso, si avanzamos por el camino de sus mandamientos, si no nos avergonzamos de confesar a Jesucristo crucificado, se cumplirá en nosotros su promesa: “Al que me reconozca abiertamente ante los hombres, yo lo reconoceré ante mi Padre que está en el cielo” (Mt 10, 32).

3. Por la cruz de Jesús se nos abren de par en par las puertas de la esperanza en la vida digna y plena que él nos trae. El apóstol san Juan es claro cuando afirma que “el que cree en el Hijo tiene Vida eterna” (3, 36) y más adelante dice: “Les aseguro que el que escucha mi palabra y cree en aquel que me ha enviado, tiene Vida eterna” (5, 24). Jesús, al hacernos sus amigos, comparte con nosotros la misma vida que le viene del Padre. Por eso, vivir en amistad con él es reconocerlo, identificarse con él y vivir estrechamente vinculado a su persona y su destino: “El que quiera servirme que me siga, y donde yo esté estará también mi servidor” (Jn 12, 26); incluso cuando se pone en juego la propia vida: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga” (Mc 8, 34). En este camino nos alienta el testimonio de tantos misioneros y mártires de ayer y de hoy que han llegado a compartir la cruz de Cristo hasta la entrega de su vida (cf. Aparecida, 140).

4. La celebración de hoy concluye en completo silencio. No es un silencio vacío, sino un silencio que nos invita a meditar la pasión de Jesús que murió para salvarnos, para que unidos a él vivamos en su amor y su bondad; aprendamos su compasión entrañable ante el dolor humano y su fidelidad a la misión que le encomendó el Padre. En ese silencio fecundo nos acompaña la Madre dolorosa de Jesús y Madre nuestra, que nos anima a estar de pie junto a la Cruz, y pedirle que nos enseñe a ser discípulos fieles de su Hijo y fervorosos misioneros de su amor sin medida.

Mons Andrés Stanovnik

Arzobispo de Corrientes


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