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 MENSAJE DE MONSEÑOR STANOVNIK A LOS PEREGRINOS DE SAN LUIS DEL PALMAR

 

Como todos los años, esa querida comunidad parroquial de San Luis del Palmar, peregrina hacia el Santuario de Nuestra Señora de Itatí. El Patrono, San Luisito Rey de Francia, estará encabezando esta ciento undécima peregrinación, que coincide exactamente con los años de la solemne coronación de la imagen de la Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora de Itatí, acaecida en el año 1910.
La tradicional caravana de caminantes, carros, carretas, jinetes y vehículos se pone en camino bajo el lema “Familia peregrina y tradición salvan la vida”. Con este lema expresan dos grandes verdades. La primera: la familia peregrina tiene su origen y su destino en Dios. Ella es la imagen más bella del amor que hay en Dios. Por eso, cuando la familia peregrina hacia la Casa de Dios, ella se reencuentra con su vocación y con su misión. La otra gran verdad es que la tradición, que se renueva cada año en esta espectacular caravana, comunica un tesoro único e irremplazable de valores, entre los cuales está la familia y el matrimonio entre un varón y una mujer. Sólo la verdadera comunión entre ellos, el respeto mutuo, la sacralidad de la vida y el trabajo, podrán asegurar un futuro que permita el progreso y el bienestar para todos.
La peregrinación es un tiempo extraordinario para el silencio, la oración y para reconciliarse con Dios. El largo camino que recorre el peregrino es un tiempo favorable para que revise su propia vida y dé gracias a Dios por la inmensa ternura de su amor. Al mismo tiempo, es una buena ocasión para recurrir al sacramento del Perdón. La paz, la alegría y la fraternidad entre los hombres nacen de la reconciliación de la persona con Dios. Por eso, el verdadero peregrino se confiesa y participa de la Misa durante la peregrinación y luego en el Santuario.
Espiritualmente unido a todos ustedes, queridos peregrinos y peregrinas, experimento la emoción del camino que tiene como meta el encuentro con la “Tiernísima Madre de Dios y de los hombres”, ese nombre tan bello y tan dulce que aprendimos desde niños, y a la que sentimos peregrina con nosotros y, al mismo tiempo, delante de nosotros para mostrarnos el término último de nuestra peregrinación terrestre que nos lleva al Cielo. Su presencia nos llena de esa alegría y esa paz que sólo Dios puede dar, y que permanecen aún en medio de las dificultades.
Durante el camino los invito a dar gracias a Dios por el don de la fe en Jesucristo y sentir un profundo agradecimiento es por el don de la Iglesia, ese maravilloso misterio de comunión y misión, lugar donde recibimos, celebramos y vivimos nuestra fe. Y pedirle a María, nuestra Madre, que no deseche las súplicas de sus devotos y peregrinos que humildemente recurren a ella. Recemos por la familia y la vida, por nuestra patria y por sus gobernantes, por aquellos que deben legislar sobre la vida del niño por nacer, para que nunca lo hagan en contra de él ni de la madre, y con sabiduría lo hagan respetando la vida de ambos y a favor de todos los que padecen necesidades.
¡Bendita seas, Tiernísima Madre de Dios y de los hombres! Cuida de estos peregrinos que te aman y caminan hacia tu encuentro. Pidiendo tu intercesión, los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Corrientes, 13 de julio de 2011
Mons. Andrés Stanovnik
Arzobispo de Corrientes

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