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La Iglesia Arquidiocesana celebró 99 años de su creación

La Arquidiócesis de Corrientes cumplió 99 años el pasado lunes. La Diócesis fue erigida un 3 de febrero de 1910 por el papa Pío X.

Como preámbulo de la creación de la Diócesis de Corrientes tenemos en cuenta las dos grandes devociones de los correntinos: a la Cruz de los Milagros y a la Virgen de Itatí; ambas cobijadas por sendos santuarios, verdaderos centros de peregrinación.

Desde 1859 la Provincia de Corrientes integra el amplio territorio de la Diócesis de Paraná.

A principio de 1900 Luis Niella es nombrado Cura párroco de la Iglesia Matriz (hoy Catedral) y Vicario Foráneo de Corrientes.

En julio de ese año la imagen auténtica de la Virgen de Itatí es Coronada por el Obispo de Paraná en el atrio del Santuario de la Cruz de los Milagros. Y a principio de 1901 se hace el pedido formal de una nueva Diócesis con sede en Corrientes.

El Papa Pío X erige la Diócesis de Corrientes el 3 de Febrero de 1910. En su territorio queda incluido el Territorio Nacional de Misiones. El 3 de Febrero del año siguiente, designa al sacerdote Luis Niella, obispo de la nueva Diócesis quien es consagrado en la hoy Iglesia Catedral el domingo 4 de junio de 1911.

Consigue la autorización de Roma para que la Diócesis lleve el nombre de “La Cruz de los Milagros y de la Virgen de Itatí”. Erige la Parroquia “Santísima Cruz de los Milagros” en la ciudad de Corrientes en 1913. En abril de 1918 proclama a Nuestra Señora de Itatí Patrona y Protectora de Corrientes y le regala un nuevo Camarín. Inaugura el Seminario en Itatí. Bendice la piedra fundamental de la nueva Catedral en el terreno de La Cruz y del nuevo Santuario para la Virgen en Itatí. Problemas económicos y otras dificultades truncan estos proyectos. El Obispo Niella muere en noviembre de 1933.



Preparación

Para que la Arquidiócesis llegue a celebrar sus 100 años con el corazón renovado se esta realizando desde hace dos años una etapa de preparación, consistente en un Trienio: 2007-2009.

Este año transitamos el ultimo año de preparación. Para ello, monseñor Stanovnik regaló al Pueblo de Dios de Corrientes una Carta Pastoral, en la que deja claros cuales serán los puntos centrales sobre los que este año trabajaremos como iglesia particular.

“Al iniciar el tercer año de preparación hacia la celebración del Centenario, renovamos el deseo de ser fieles a la gracia que Dios quiere darnos en este tiempo. En el transcurso de estos años, nos hemos propuesto reflexionar sobre la riqueza espiritual y la fuerza transformadora que tienen los dos signos distintivos de nuestra fe: la Santísima Cruz de los Milagros y la Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora de Itatí. Ambos signos, que fueron decisivos en los albores de la evangelización y luego marcaron la conformación social y cultural de nuestro pueblo, continúan vivos y consustanciados con el alma del pueblo correntino que, en diversos momentos de su historia, descubrió en ellos la fuente de vida y de verdad para superar grandes adversidades. También nosotros necesitamos volver a esos signos, encontrar en ellos las razones más profundas que dan sentido a la vida y al esfuerzo por construir una convivencia más justa y más fraterna. Queremos descubrir en estos signos la misteriosa fuerza de fe, de esperanza y de amor, que necesitamos para hacer frente a las oportunidades y peligros del tiempo presente.

“En consonancia con esos signos y con el anhelo de ser fieles al Espíritu Santo, hemos elegido el lema para el Centenario: Discípulos y misioneros de Jesús, con María de Itatí, junto a la Cruz. Con el discipulado y la misión nos pusimos en sintonía espiritual con Aparecida, que en el curso de este año nos convocó a la Misión Continental. Al mismo tiempo, el Sínodo sobre la Palabra de Dios nos sensibilizó más con ella, y el Año Paulino nos va revelando la figura de san Pablo, como discípulo apasionado por Jesús y misionero incansable de su Evangelio. Y en fecha reciente, el Episcopado nos brindó la carta “Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad”, todo un programa que apela a la responsabilidad y al compromiso ciudadano de todos, exhortando especialmente a los bautizados a colaborar activamente en la construcción de la unidad de los argentinos y del bien común.

(…) “Para el nuevo período que empezamos a transitar hacia el Centenario, quisiéramos destacar la vocación misionera del discípulo que se encontró con Jesús. Para ello, en este tiempo, nos proponemos orar, reflexionar y vivir nuestra vida y compromiso cristiano desde la misión. Así como lo hicimos en los dos años anteriores, también en éste vamos a retomar nuestros dos grandes signos evangelizadores, la Cruz de los Milagros y la Virgen de Itatí. Al contemplar esos signos y ver la inspiración y el vigor que dieron a los primeros misioneros y misioneras, anhelamos que nos den hoy también a nosotros nueva luz y nuevo ardor para la misión.

(…)“La Iglesia nace por ese desborde de amor que se nos reveló en la Cruz de Jesús. Por eso, también ella debe revelarse a los hombres como una realidad desbordante de amor, con un “testimonio de proximidad que entraña cercanía afectuosa, escucha, humildad, solidaridad, compasión, diálogo, reconciliación, compromiso con la justicia social y capacidad de compartir como Jesús lo hizo” (cf. DA 363). La Iglesia es peregrina de ese desborde de amor y vive por él. Así, ella misma, desbordada, se convierte en misionera de vida digna y plena”.

(…) “Nuestra Iglesia particular se caracteriza por ser un pueblo peregrino. Llevamos en nosotros un deseo muy hondo de caminar hacia la “tierra sin mal”, que ya contemplamos realizada en María de Itatí. Por eso, participar en una procesión o peregrinar al Santuario de la Virgen, renueva profundamente nuestro espíritu. Peregrinamos con motivo de nuestras fiestas patronales, aniversarios familiares y para cumplir nuestras promesas. Nos sentimos felices de poder caminar en compañía de tantos hermanos, sintiéndonos desbordados de alabanza, de gratitud y de súplica. La peregrinación nos acerca más a Dios, a la Virgen, a los Santos; nos incluye a todos, nos hace sentir un pueblo de hermanos y hermanas, y nos compromete a construir un mundo cada vez más humano”.

“Encomendamos este año misionero, que nos prepara al Centenario, especialmente a nuestras queridas Hermanas Clarisas, que tienen el carisma y la misión de orar por la Iglesia. Con ellas, y con otros movimientos y comunidades que tienen el don de la oración, elevamos juntos nuestra súplica confiada a María de Itatí, pidiéndole que nos acerque más a la Cruz, que nos enseñe a ser comunidades unidas, abiertas y acogedoras, para volver a recibir con estremecimiento el mandato misionero de su Hijo: “Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos” (Mt 28, 19) y llevar a los demás esa alegría incomparable (cf. DA 364).


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